proyecto CRIMEN'011

    PROYECTO CRIMEN´011 es una exposición colectiva, realizada en el CENTRE D´ART L´ESTACIÓ de Denia (Alicante) en el mes de octubre de 2011, comisariada por Mª Eugenia García.
 Se engloba dentro del colectivo Art Never Pays, y que se define como plataforma dinámica de la creación para experimentar en el cruce de disciplinas.















Bebedor de sangre (1917)
Cruel receta de un hechicero cubano para curar la tisis.

La imposible cura que la tuberculosis tenía antes de que el Dr. Fleming descubriera la penicilina hacía que muchos de los enfermos recurriesen a métodos poco o nada ortodoxos para la sanación. Curanderos en general engañaban impunemente a los pobres enfermos que buscaban alivio para su mal. Uno de estos remedios era que la afección desaparecería si el tísico bebía la sangre de un niño.
Éste fue el caso de Ramón Cuervo, un asturiano de 26 años que dio muerte al pequeño Manuel Torres para beber su vital líquido. El hechicero, cubano, recomendó a Cuervo que bebiese directamente de la herida y “en abundancia”. El pobre infante fue hallado en un bosque cabeza abajo y exangüe.
La mosca en esta ocasión tenía muy claro lo que debía hacer. Seguir el rastro por el olfato del asesino, picarle directamente para extraerle sangre y después acudir a la policía para depositarla en un tubo de ensayo, indicando naturalmente su procedencia. Se detuvo al tal Cuervo (nunca mejor aplicado el nombre) que negó rotundamente los hechos ante la policía, pero días más tarde se derrumbó y confesó haber realizado tan atroz crimen. Toda una vida por delante talada por los supuestos conocimientos de un curandero que más bien era un cruel” sacamantecas” y que se fue de rositas en esta triste historia.


El crimen del capitán Sánchez (1913)
Asesinato en familia
Hay criminales que por su especial ensañamiento y sangre fría son capaces de poner el vello de punta. Este es el caso del capitán Sánchez, un héroe de la guerra de Cuba al que le escaseaba el dinero por su ludopatía. Pronto echó el ojo al adinerado Rodrigo García Jalón, miembro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Éste desapareció un día que le vieron especialmente elegante ya que iba a visitar a la hija del capitán Sánchez, para que le reventara el cráneo de un martillazo (claro él no lo sabía). Padre e hija, después de asesinarlo, le rebuscaron entre la ropa con la esperanza de encontrarle mucho dinero, pero el objeto de más valor que hallaron fue una ficha de juego de 5.000 pesetas que la joven mujer quiso cambiar por efectivo en el lujoso salón madrileño.
La mosca alertó a la policía ya que el cadáver fue descuartizado y se encontraron restos humanos en las cañerías de la casa. La cabeza ardió en el hogar y las partes blandas fueron al retrete. Los huesos y las ropas los arrojaron por un hueco entre las paredes por donde cabía la mosca perfectamente y fue éste uno de los crímenes donde con más ahínco pudo satisfacer sus necesidades olfativas y gustativas. No tenía desperdicio.
Matar, matar sin compasión para seguir adelante, para allanar el camino, para no cansarse. Un cadáver aunque esté blando es un buen escalón para sentirse más alto.*
Tras un sonado Consejo de guerra el capitán fue fusilado. Ella presa de la locura que le producía rememorar la cabeza de Jalón.

El crimen del peluquero (1906)
Un peligroso triángulo amoroso saldado a navajazo limpio

El amor es capaz de hacer aflorar las pasiones más ruines del ser humano, y para muestra un botón. Pablo Medina, peluquero de profesión, ejercía su oficio en uno de los locales propiedad de Wenceslao Oliver. Lo que éste nunca llegó a imaginar es que el bueno de Medina compaginara el uso de la cuchilla y la tijera con el disfrute de su mujer, Eugenia García. Ella estaba tonta perdida por el fígaro, pero él quiso huir de aquel triángulo amoroso y se fue a trabajar a otra peluquería. Loca de celos, Eugenia buscó a Medina para mostrarle su disgusto con todo tipo de improperios. Fue entonces cuando emergió el lado más salvaje del hombre, y ni corto ni perezoso se lanzó a la yugular de la víctima con una navaja en la mano y a machetazos acabó con su vida.
Pero lo que la mosca nos reveló, ya que llegó rauda y veloz al escenario del crimen, fue que entre los flujos de la víctima, mezclado con su sangre, se encontraba el semen del compañero de Pablo Medina que trabajaba en la nueva peluquería y que él se había encargado de engatusar para llevárselo de la de su antiguo jefe o sea, el señor Oliver. Lo que no podía nadie sospechar era que éste había sustituido a Pablo en los entretenimientos amorosos de Eugenia y que ese era el motivo de sus insultos al antiguo amante, ya que en corto espacio de tiempo se había quedado “a dos velas” (apagadas se entiende).


   Celos en Guadarrama (1910)
Tres balazos a quemarropa sobre su amigo de la infancia
El empleado del Ayuntamiento Ramón Sánchez Lara entró por la puerta del jardín de la casa de verano de su amante. Así disimulaba sus encuentros prohibidos con Nieves Hermida, la mujer del inspector de policía Pedro Francisco Coll. Las malas lenguas dijeron que él era sabedor de su deshonra, pero hacía ya tiempo que el policía había cortado toda relación con Sánchez Lara, al advertir que éste cortejaba a su mujer.
Aunque Nieves y el empleado del Ayuntamiento tomaban sus precauciones, la mentira no podía durar para siempre. Y esa tarde de septiembre, que ella se encontraba en Guadarrama, recuperándose de una supuesta enfermedad, su marido decidió hacerle una visita y Sánchez Lara no pudo esquivar las tres balas que acabaron con su vida.
Pero sí sabía de su relación y es más, recibía dinero del amante de su esposa por su consentimiento, pero por el chismorreo le “obligaron” a tomar esa decisión: abrir la puerta y encontrarse con la verdad que él trataba de negar para sus allegados, aunque no para sí mismo.
¿Dónde estaba aquí la mosca? Es evidente que no la necesitaban. Estaría en algún lugar más autentico, más salvaje y posiblemente más nauseabundo, pero sin mentiras ni fingimientos. Matar, acabar con lo que molesta para que sea otra cosa, para que pase más rápido el tiempo. Max Aub. Crímenes ejemplares.

El amor despechado en la Puerta del Sol (1913)
Dos jóvenes vidas destrozadas para siempre.
Un corazón despechado alberga casi siempre en sus quejosos latidos una bomba de relojería que en cualquier momento puede estallar y teñir de rojo lo que fue un profundo pozo de blanquísimo amor. Ella una bella joven, camarera en un céntrico y conocido café madrileño, lo había dado todo por él. Había dejado su trabajo, lo había albergado en su propia casa, lo había mimado, lo había alimentado entre las paredes de su nido como a un gorrioncillo.
Él, tras unos primeros meses encandilado, con la baba derramándose por las comisuras de sus labios, se fue cansando, se fue aburriendo, se fue echando en brazos de otras y fue despilfarrando los cuartos en francachelas, timbas y opíparas pitanzas.
El se llamaba César; ella Natividad. En la Puerta del Sol los amantes riñeron. Él quería dar por muerta la relación, pero a la postre el muerto sería él, pues Natividad desconsolada hasta decir basta, allí, en el rompeolas de todas las Españas, le seccionó la yugular con un cuchillo.
La mosca en esta ocasión, no intervino. Desde su experiencia en amores y desamores; en asesinatos por celos, por dinero, por odios, por envidias…pensaba que el tal César, se lo había ganado a pulso y se estuvo calladita y la historia concluyó con dos vidas jóvenes destrozadas y los detalles, en el baúl de los recuerdos.

El chupa sangres de Gador (1910)
El hombre del saco, mucho más que una terrible leyenda.
La tuberculosis carcome los pulmones y el alma de Francisco Ortega, alias “El Moruno”, sombra siniestra que deambula por el pueblo almeriense de Gador. Desesperado, Ortega se echa en los brazos de los sucios manejos de la curandera Agustina Rodríguez, que ni corta ni perezosa pone al rencoroso tísico en manos del barbero Francisco Leona que por 3.000 sucios reales le da la “receta”. “El Moruno” debe echarse al gaznate la sangre de un niño y untarse el pecho con sus tripas y entrañas calientes.
El niño Bernardo González Parra de siete añitos es la víctima que atrapado en un saco por Leona y Julio “El Tonto”, hijo de la curandera, servirá como “remedio”, arrancándole las entrañas en vida y bebiéndose “El Moruno” de un trago su sangre.
Leona murió en la cárcel sin que hubiera tiempo de darle garrote vil. Su “cliente” (que seguía tísico) y la curandera fueron ejecutados. Pero, ¿adivinan cómo los descubrieron?
Pues Francisco se impregnó de la sangre del niño y dejó un reguero de ésta y de entrañas hasta su escondite, donde la mosca le chupó hasta saciarse y fue un claro testimonio en la búsqueda de los asesinos.
Amigos, si una noche de lluvia alguien les habla del “Hombre del saco”, no lo tomen a broma. Recen lo que sepan.

El crimen de Miraflores (1911)
El silencio de los corderos
Todo un misterio. El crimen de Miraflores arroja más sombras que luces. Emiliano Hernández, vigilaba a las ovejas cuando llegó un hombre que le quería robar un cordero. Emiliano, muy celoso de su trabajo, dijo: “yo por mis corderos mato” y apuñaló al ladrón en el vientre. Por si fuera poco, lo remató de un disparo en la cabeza con la pistola que la víctima había sacado para defenderse.
Lo cierto es que esto es lo único que quedó claro entonces, ya que se especuló con el móvil del crimen y se decía que el amo del pastor sabía mucho más de lo que decía. Lo cierto es que Emiliano se entregó catorce meses después de cometido el crimen y que los vecinos de Miraflores de la Sierra comentaron que más que un criminal Emiliano Hernández era un “imbécil”.
Los corderos que eran los únicos  que sabían la verdad, callaron, pero no así la mosca que, como es sabido, le atraen de manera especial las heces de las ovejas y son para ella un alimento indispensable. Así que estaba allí y pudo contarlo con pelos y señales. Y, aunque algunos años más tarde, se pudo demostrar que el verdadero asesino era el asesinado, enviado por el propietario de los corderos pues quería deshacerse de Emiliano – que se estaba beneficiando sexualmente a su hija subnormal, que era tanto o casi como él – fingiendo un robo frustrado, sin tener en cuenta la navaja de gran tamaño que el pastor guardaba en su cinto. Fue también el amo el que le convenció para que se entregara y así dejaran de investigar los civiles y él dejara de acosar a su hija. 
    El crimen de Valencia (1911)                                                                             
                El misterioso caso del ordenanza asesino
Yo que usted, si fuese jefe, atendería con los ojos como platos a esta historia, por lo que pudiera pasar. Un comandante de la Guardia Civil, don Francisco Valdés, apareció con un balazo en la cabeza en la bañera de su casa. El hombre gozaba de grandes simpatías y hacía una vida ostentosa. Según los conocidos, tenía una importante fortuna. Se especulaba con la tesis del suicidio, pero la portera reveló que su ordenanza, un tal Manuel Cabezas, había bajado de casa del comandante tras haber oído una explosión.
Dos días después, sintiéndose acorralado, Manuel decidió acabar con su vida con el mismo revolver con el que mató al señor Valdés. Se especuló entonces con que el motivo había sido el robo, pero Cabezas solo tenía tres pesetas en el bolsillo.
Una carta, que pasó al secreto del sumario, explicaba las causas del asesinato. Un crimen que sigue lleno de incógnitas para el público en general, pero que nos desveló la mosca que, por aquel entonces y aunque no había heridas ni sangre, merodeaba por la basura del señor Valdés. Los restos de coca junto a los despojos del pollo y los menudillos del mismo, eran sumamente atractivos.
El pobre Cabezas había sido solo un intermediario de un ajuste de cuentas entre traficantes de droga – de la que era gran consumidor el comandante – y no pudo resistir los remordimientos que una persona honesta como él tenía. Antes de suicidarse fue a despedirse de las hijas de su comandante a las que tenía aprecio. Todo un detalle.

....  y ....  El crimen es filosofía y libertad, El homicidio de  la plaza del Progreso, Infanticidio en la Prospe, Sangre en la calle del Calvario, Sangre en las tierras de Orense, y Una pasión no correspondida.... 15 historias "negras"